lunes, 29 diciembre , 2025
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Matías Fonte-Padilla

Por Matías Fonte-Padilla*

El tejido empresarial es increíble. Miles de emprendedores y empresas tomando decisiones a diario, creando una red de relaciones y transacciones comerciales que configuran nuestra economía, y que determinan hacia donde vamos. Si hay confianza y agilidad, habrán compras y ventas, lo que ayudará a acelerar más el crecimiento. Si hay desconfianza e incertidumbre la economía se ralentizara o incluso entrará en valores negativos de crecimiento.

Por lo tanto, todo depende de las decisiones que tomemos cada uno de nosotros. Lo más adecuado es ser pro-activo, es decir, pensar en cómo queremos que sea el mañana y tomar decisiones que se adelanten a los hechos, que creen futuro. Así vamos planificando nuestra organización para que crezca y se estabilice adecuadamente.

Pero generalmente el día a día nos va comiendo, y la mayor parte de las decisiones son de acción-reacción, es decir, sucede algo y nosotros actuamos en consecuencia. Por lo tanto estamos continuamente “apagando fuegos” de problemas que surgen cuando menos los esperamos. Y así es muy difícil avanzar, porque no dedicamos tiempo a la planificación.

En la toma de decisiones existen dos tipos de acciones, dependiendo por un lado de su urgencia, y por otro lado de su importancia. Y así, podemos crear un cuadro de cuatro casillas en el que colocar las decisiones en función de estos parámetros: poco urgente/poco importante, muy urgente/poco importante, poco urgente/muy importante, y muy urgente/muy importante. Si eres lo suficiente organizado con esta tabla, podrás planificarte bien. Y es una tabla que nunca terminas, porque continuamente surgirán nuevos elementos que colocar.

En la toma de decisiones existen además tres tipos de decisiones en función del tiempo que duren, y de la importancia que tengan en nuestro futuro. Así podemos clasificar nuestras decisiones en acciones a corto plazo, medio plazo o largo plazo. Es lo que se denomina planificación táctica, cuando las decisiones se toman ya para que tengan efectos inmediatos, o planificación estratégica, las decisiones se toman ya pero para ir creando futuro a largo plazo.

Otra forma de clasificar las decisiones es que pueden ser simples o encadenadas. Una decisión simple es aquella cuya acción tiene una única consecuencia, en un momento preciso, sin que sea necesario tomar más decisiones a posteriori por haber ejecutado esta primera. Sin embargo una decisión encadenada es aquella que al tomarla estamos iniciando un nuevo camino que nos obligará a tomar nuevas decisiones en función de esta primera, nuevas decisiones que son consecuencias de la primera, y no las podemos evitar tomar. Vender un producto a un cliente en concreto puede ser ejemplo de la primera, decidir abrir una nueva sucursal es un ejemplo de la segunda.

Por último, las decisiones tienen que ser sensatas, no debemos realizar ninguna acción que vaya en contra en nosotros mismos. Para ello debemos cultivar la coherencia, es decir, que haya una clara relación entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que finalmente hacemos. Así no habrán conflictos internos, porque la peor batalla es la que se libra en el interior de cada emprendedor/a.

Para tener éxito empresarial hay que pensar a lo a grande, pero con acciones pequeñas que no nos pongan en riesgo. Si no piensas a lo grande nunca llegarás lejos. Y además la probabilidad de que tu negocio fracase es muy alto si tomas decisiones que pongan en riesgo evidente tu capacidad o tu capital. Por ello, lo más adecuado es planificar estratégicamente respondiendo a una pregunta ¿Cómo quiero verme a mí y a mi negocio en 5 años? Una vez respondida, deberás establecer objetivos a largo plazo en función de tu respuesta. Y una vez hecho esto, deberás establecer objetivos a corto plazo que sirvan para alcanzar los de a largo plazo. Para ello necesitas hacerte una temporalización objetiva, donde figuren los pasos a dar, y los recursos a utilizar.

Descubrirás nada más empezar que nada de lo que planificaste es tan sencillo como pensaste, y que te llevará más tiempo, esfuerzo y dinero, es más, te dará la sensación de que apenas avanzas. Pero lo importante es que ya sabes hacia donde vas. Ahora es sólo cuestión de perseverancia, de mantener firme el timón de tu barco en medio de la tempestad. A veces el oleaje te impedirá ver tu destino, y otras veces te zarandeará de tal forma que pensarás que estás perdido. Tú sigue adelante, que si tardas más de lo esperado da lo mismo. Vete tomando las decisiones que sabes te van a llevar a tu destino, aunque sea difícil.

El último consejo es que seas paciente contigo mismo/a tomando decisiones. Según nuestro propio carácter, seremos más o menos impulsivos. Por eso es tan importante tener una planificación hecha, porque con ese rumbo trazado podremos tomar decisiones más acertadas cuando nos sintamos enfadados, frustrados o deprimidos. Un refrán popular dice “No tomes decisiones permanentes basadas en emociones temporales”, yo lo denomino “dejar que las decisiones importantes se cocinen a fuego lento”. Las decisiones estratégicas debemos pensarlas con tranquilidad, delante de un papel, escribiendo pros y contras, y después dejar pasar unos días para retomar ese papel, y ver si han surgido nuevas oportunidades y desventajas. Nuestra forma de pensar cambia continuamente en función de nuestro estado de ánimo y de las circunstancias que nos rodean. No podemos permitirnos ir sin rumbo tomando decisiones en función de como nos sintamos en cada momento. Porque no debes olvidar que cada decisión genera consecuencias, y tú sabes cuáles van a ser, y no las puedes evitar, así que si no quieres unas determinadas consecuencias, no realices la acción que la genera.

A veces la mejor opción cuando ocurre algo es no hacer nada, dejar que los acontecimientos se vayan colocando por si solos en el lugar que les corresponde. Actuar demasiado pronto, dejándonos llevar por nuestros impulsos, puede ser un error. Otras veces, lo ideal es actuar sobre la marcha, para que un pequeño problema no siga creciendo y se convierta en una tormenta. Déjate guiar por tu instinto y tu planificación, entre ambos encontrarás la solución a cada reto que tendrás como emprendedor/a. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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En nuestra sociedad el miedo es un factor importante de supervivencia. Desde pequeños nos advierten continuamente de los innumerables peligros que nos acechan, casi siempre comenzando la frase con la palabra “No”: no toques eso que te quemas, no corras, no cruces sin mirar, etc. Y nos criamos desarrollando la consciencia de lo que está bien y es positivo, y de lo que está mal y no debemos hacer.

A medida que nos hacemos mayores, y en función de cómo hayamos interiorizado ese miedo, aprenderemos una serie de comportamientos para afrontar las situaciones cotidianas. Y así, si todo ha ido bien, nos comportaremos como buenos ciudadanos que respetaremos a los demás y a las leyes. Así todo, y conociendo que existen límites que no se pueden pasar, porque la sociedad ha establecido medidas coercitivas y punitivas, a veces nos saltaremos las normas y nuestros actos podrán ser castigados: aparcar en doble fila, exceso de velocidad, no pagar una deuda, etc.

A largo plazo, gracias a la consciencia de saber diferenciar el bien y el mal, podemos movernos en nuestra sociedad con mayor o menor soltura. Los hay que siempre van saltándose los límites, y parece que no les ocurre nada, hasta que caen; y los hay que son tan estrictos en el cumplimiento de bien, que son incapaces de ser flexibles en determinadas situaciones, y les perjudica también.

La mayor parte de las personas tratan de seguir la legalidad y, como tienen miedo a las represalias del sistema, cumplen con las normas tanto por consciencia como por miedo al castigo. Otros están siempre jugando al límite, o incluso siendo claramente ilegales, a pesar de conocer de antemano cuáles pueden ser las consecuencias de sus acciones. Y todo acto tiene consecuencias.

El problema surge porque en un mismo entorno social conviven los que tienen miedo, y sólo quieren seguir con su vida tranquilos, y los que no, que son capaces de atropellar al que sea con tal de alcanzar sus objetivos. A unos los podríamos llamar “ovejas”, y a los otros “lobos”.

Las ovejas son ciudadanos normales preocupados por sus vidas diarias, respetando generalmente las normas y sin meterse con los demás. Los lobos, que se creen por encima de la ley, están siempre actuando sin importar hacer daño o cometer ilegalidades. Ya sea en la vida familiar o profesional, los lobos son despóticos y agresivos, creando el mal a su alrededor.

El problema es que a las ovejas no se le ha enseñado a defenderse, porque una cosa es que tu seas buen ciudadano, y otra que te tengas que dejar machacar por el sistema o por otras personas. Como desde pequeños se te ha inculcado el miedo, en cuanto te encuentras en una situación “violenta” prefieres retirarte y agachar la cabeza antes que luchar por tus legítimos derechos a vivir en paz. Tienes miedo al enfrentamiento. De eso se aprovechan los lobos, que te devoran sin compasión. Y tú puedes seguir en esta situación durante años, sumido/a en una situación de debilidad y depresión.

El otro problema es que los lobos generalmente lo son por propio carácter. Por mucho que los castiguen o los restrinjan siempre buscaran la forma de seguir adelante, haciendo daño a los demás. Incluso aunque logren detenerlos, ellos/as seguirán pensando que tenían razón, y que “el fin justificaba los medios”.

Afortunadamente no todo está perdido. En nuestra sociedad han surgido numerosos apoyos a los ciudadanos para que puedan protegerse de las agresiones de los lobos (personas, empresas, administraciones). Y así han surgido personas y organizaciones de todo tipo cuyo objetivo principal inicial fue la defensa de los ciudadanos, como las asociaciones de consumidores, los sindicatos, los organismos de protección a las víctimas, etc. A estos los podemos denominar “pastores”, tratando de defender al resto. Y también ha surgido numerosa legislación que trata de proteger al ciudadano/a de a pie de los abusos. Lo que ocurre es que a veces estas organizaciones también se convierten en lobos, y estas leyes a veces se quedan en papel mojado.

Por eso no podemos esperar que desde fuera nos defiendan, debemos aprender a hacerlo nosotros mismos. Para ello la regla número uno es perder el miedo, y estar dispuesto a luchar. Con tranquilidad y buenos modales, sin perder las formas, pero siendo contundente en la defensa de tus derechos. Aprende a decir “NO”. Puedes ser un ciudadano ejemplar, pero que “no confundan amabilidad con debilidad”.

Este camino no es fácil, porque desde pequeño te han enseñado a tener miedo y a respetar en demasía a los demás, y tienes la sensación que luchando vas a hacer daño a alguien, sin darte cuenta que si no luchas quien se está dañando eres tú mismo/a. A veces basta con “enseñar los dientes” para que los lobos te dejen en paz, y tú puedas seguir con tu vida. Otras veces tendrás que incluso batallar judicialmente, en una larga y penosa travesía que parece no tener fin, pero si tienes la ley de tu parte al final lograrás librarte del lobo.

Si eres emprendedor no puedes vivir con miedo, tienes que tomar muchas decisiones y tratar con demasiadas personas y organizaciones como para ir con la cabeza agachada. Luchar por lo que quieres conseguir es totalmente legítimo, y lo puedes hacer sin hacer daño intencionado a nadie. Y por supuesto que cometerás errores, y no tampoco trataremos siempre a los demás correctamente, pero para eso tienes tu saber estar y tu integridad moral, para disculparte si es necesario, porque “Más vale pedir perdón que pedir permiso”.

Así que como emprendedor hay que ser testarudo, pero también adecuado en las formas. No se trata de ir atropellando a los demás para conseguir tu sueño. ¿Qué vida quieres vivir? Si es una en el que todo el mundo se trate bien y con respeto, tú eres el primero que debes hacerlo. Apóyate en los demás en lugar de apartarlos de tu lado. Trata a todo el mundo con amabilidad. Eso sí, no dejes que nadie te ponga la bota encima. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla

Los emprendedores/as somos personas con un sueño, pero sobre todo somos capaces de hacer lo que sea por lograrlo. Somos resistentes, luchadores, persistentes, tozudos, trabajadores a más no poder, arriesgados, y mucho más. Somos duros como diamantes, inspirados y concentrados en alcanzar nuestra meta. Y es verdad, somos verdaderos diamantes, lo más valioso del tejido empresarial, sin nosotros no habrían negocios, ni economía.

A diario tenemos que cerrar los ojos y los oídos a todos los datos y personas que nos muestran que estamos equivocados, que no vamos a conseguir nuestro objetivo, que es mejor dejar de ser empresario, que lo más adecuado es conseguir un buen empleo, y si ya logras aprobar unas oposiciones y ser funcionario, eso es el éxito total; que no vale la pena arriesgar tu dinero, tu tiempo, tu familia, tu vida, simplemente por tener una empresa. Tienes que luchar contra ti mismo/a cuando en tu mente surgen esos pensamientos negativos que te destruyen la autoestima, que te aseguran que deberías dejarlo, que no vale la pena, que no vales lo suficiente, que no estás preparado/a, que vas a fracasar, etc. Todo lo que te rodea parece estar orientado a que seas empleado, y tú te empeñas en nadar a contracorriente, en una constante carrera de obstáculos, cuando lo más sencillo sería dejarlo todo y tener una nómina.

Todas estas experiencias que tratan de tumbar nuestro sueño nos van forjando a medida que las superamos. “Lo que no te mata te hace más fuerte”, pero también nos van endureciendo, volviéndonos más tozudos e intolerantes con los que no piensen como nosotros. Y aquí es donde empieza el peligro, porque nos vamos creando una armadura que nos protege del exterior, y nos ayuda a seguir adelante. Pero esa misma armadura también nos está aislando de lo que ocurre a nuestro alrededor, y nos volvemos ciegos y sordos.

El volvernos impermeables a la información exterior es un gran error para el empresario. Un verdadero emprendedor tiene que estar con los ojos y oídos bien atentos, captando todo lo que pueda tanto del exterior de su empresa como dentro de ella. Si no es así, actuará errando continuamente porque no se estará enterando de la realidad, ni adaptándose a las circunstancias.

Con respecto al exterior, debemos mantenernos al día de todo lo que sucede, cómo está nuestro país, nuestra ciudad, nuestro barrio, cómo están funcionando las empresas de nuestro propio sector, nuestra más cercana competencia, cómo funcionan nuestros proveedores, y si existen otros mejores; qué nichos de mercado podemos detectar para seguir mejorando, qué tipos de clientes tenemos y que es lo que están demandando, etc.

Con respecto al interior de nuestra organización, tenemos que ser capaces de medir los parámetros que nos indiquen como nos está yendo: número de clientes, de pedidos, de ventas, facturación, producción, almacenamiento, contabilidad, gastos fijos, problemas y oportunidades de mejora, etc. Pero sin duda el elemento más importante en el que debemos tener puestos nuestros sentidos son nuestros trabajadores, esas personas que son las que están logrando que la empresa funcione, cumpliendo cada uno con su función. No hay nadie que mejor conozca tu empresa que ellos, de hecho, saben más que tú de la realidad de tu propio negocio. Mis pregunta son ¿los tienes en cuenta a la hora de tomar decisiones?, ¿los escuchas?, ¿estás pendientes de toda esa información que generan, tanto consciente como inconscientemente?

Hay emprendedores que creen tener siempre la razón, y que creen que dominan su negocio, por lo que consideran que deben prescindir de las opiniones de sus trabajadores, y si alguien hace algún comentario sobre como mejorar, lo censuran directamente, para que eso no vuelva a ocurrir. Crean una cultura empresarial de silencio y miedo. Son tan orgullosos que a veces no implementan una buena idea simplemente porque la ha sugerido un empleado. Y así, premia a los mediocres, a los que sólo saben trabajar, pero no piensan en como modernizar la empresa. Y a la larga los empleados con afán de mejorar se terminan yendo de esa empresa, porque no se sienten valorados ni tienen su espacio para crecer en ella, no pueden progresar y se terminan frustrando.

Por supuesto que es el emprendedor quien tiene la idea del negocio, y que como un capitán sabe hacía donde hay que dirigir su buque, pero debe dejar espacio para que toda la tripulación cumpla con su papel, y aporte sus ideas para mejorar la travesía. Es impresionante ver lo que crece una empresa cuando valora y tiene en cuenta a sus empleados, cuando les permite poner en práctica sus iniciativas. Hay que dejar que sean capaces de arriesgar como empleados, y equivocarse para aprender. El emprendedor también debe saber delegar, y que sean otros los que realicen las funciones, incluso las más comprometidas. Para todo ello debe tratar de ser empático con su clientes internos (los trabajadores), favorecer la implicación, el compromiso y la fidelidad, y definir muy bien la forma de trabajar, en la que haya margen suficiente para la creatividad.

Así que como emprendedor hay que ser testarudo, pero también tener los sentidos muy abiertos, y ser extremadamente receptivos tanto al exterior como al interior del negocio. Contar con los empleados es imprescindible para el éxito, que nunca se alcanza en soledad, sino con un gran equipo. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla

Interpretación de la realidad. Ante cualquier hecho van a haber tantas versiones como testigos de la escena. Y todos defenderán su verdad. Porque además, para cada uno de ellos será cierto.

Pero lo que sucede es que las realidad no existe, es sólo la interpretación subjetiva de cada uno de los testigos. Y no es culpa de ellos/as, el cerebro nos juega muchas malas pasadas. Y por eso hay que tener mucha precaución a la hora de negociar. Tanto es así que cualquier detalle nos hace comprometernos con unas condiciones que no queríamos pero que, sin saber muy bien el por qué, terminamos aceptando.

A una negociación hay que ir con la reunión planificada. No puedes ir sin saber nada sobre lo que va a ocurrir, y con quien vas a hablar. Busca información sobre tu interlocutor, tanto personal como profesional: qué cargo ocupa, que capacidad de negociación realmente tiene, cuáles son sus gustos personales en comida y actividades, etc. Cuanto más sepas, más poder tendrás.

Tu postura inicial será decisiva con respecto a la negociación, y es que tu propia subjetividad es esencial. Si de entrada quieres llegar a un acuerdo, hay más probabilidad de que cedas más de la cuenta. Si de inicio no quieres un acuerdo, por muchas ventajas que te ofrezcan lo más probable es que lo rechaces. Por ello, antes de negociar tienes que decirte a ti mismo cuál es tu decisión, y hasta donde estás dispuesto a ceder, y cuáles son tus líneas rojas.

Tu imagen y tu forma de hablar y desenvolverte va a dar mucha información a la otra parte. Procura estudiar bien que deseas proyectar. Tu forma de vestir, sentarte, hablar, comer, reír, etc, será inspeccionado por la otra parte, tratando de buscar tus debilidades. Si vas con la cabeza agachada, nervioso, o suplicando, ya sabes quién va a ganar en la negociación, y no vas a ser tú.

Mejor negociar por la mañana que por la tarde. Antes de la reunión tienes que estar fresco. Repasa todo lo que necesites saber justo antes, y vete con la cabeza fría y despejado/a. La tarde o la noche son nuestros enemigos, porque estamos cansados y bajamos nuestras defensas. Cuidado, hay más tiburones en tierra que en la mar.

Mejor hacerlo antes de comer que después. Las famosa frase “te invito a comer y lo hablamos” es una trampa. Primero porqué cuando te invitan tu cerebro inconscientemente asume que estás en deuda con la persona que te invita, por lo que es más fácil que cedas. Y si te llevan a un sitio lujoso, todavía peor. Trata de controlar tú donde será la reunión, no te dejes invitar. Por otro lado, después de comer nuestra capacidad de negociación baja al mínimo, porque todas nuestra energía está concentrada en la digestión, y es en ese momento cuando el ávido embaucador aprovechará para hacerte firmar.

Separa claramente lo que es la amistad o el buen trato con tu capacidad para negociar. Es muy importante que seas claro, separando lo personal de lo profesional. Alguien te puede caer bien, pero eso no significa que por ello tengas que ceder en todo. Aprende a decir No hasta a tu mejor amigo/a.

El refranero español es muy sabio y amplio, y tiene numerosas sentencias aplicables a la negociación, entre ellas está “Prometer hasta meter y, una vez metido, nada de lo prometido”. Mucho cuidado con lo que te dice tu interlocutor. Usará “cantos de sirena” para atraerte con lo bueno que es todo, omitiendo lo negativo claro está. Te prometerá “el oro y el moro”, pero ten cuidado, porque “no es oro todo lo que reluce”. Y recuerda que “uno es libre de sus silencios, pero esclavo de sus palabras”, así que mide muy bien lo que dices. Y sea lo que sea lo que te prometen recuerda que “las palabras se las lleva el viento”. Y aunque tú seas una persona honrada, y consideres que “palabra dada, palabra sagrada”, tu interlocutor no tiene por que ser igual a ti. Y cuidado, trata siempre de tener “la sartén por el mango”.

Olvídate de las palabras. La conversación sólo sirve para hacer el contacto, y puede ser muy positiva, pero lo realmente importante es lo que firmes después. Así que, si es posible, no firmes nada sobre la marcha. Con mucha educación solicitas la documentación y te la llevas, y ya con tranquilidad la analizas y la lees bien. Muchos de los problemas surgen porque una persona entendió algo de una forma y firmó sin comprobar si estaba así por escrito. Y cualquier duda que tengas, la consultas. Y si algo no lo entiendes, consulta con profesionales que se lean el contrato.

Procura que la conversación no derive demasiado de un lado a otro sin sentido ni orden. Tienes que llevarte en la cabeza los puntos que realmente quieres tratar, y tienes que ir comentándolos uno a uno, a medida que se vayan resolviendo. Y si no tienes tanta memoria, llévalos por escrito. Y solicita una respuesta clara y concisa. Si no entiendes algo, o ves que el interlocutor se va por las ramas, vuelve a preguntar directamente sobre el tema. Y a medida que termines un punto, deja clara cuál ha sido la respuesta de la otra persona.

Negociar bien es muy complicado. Déjate guiar también por tu instinto, existe información que tus sentidos recogen sin que tú seas consciente, y que determina esa sensación positiva o negativa que te recorre todo el cuerpo. Tenla en cuenta.
Para que un acuerdo sea fructífero y perdure en el tiempo tiene que ser del tipo “yo gano, tu ganas”. Si una de las dos partes sale con la sensación de haber perdido, no es una buena negociación, y a medio plazo llevará al desastre las relaciones entre las partes.

Por último, sé claro. Tienes que aprender a decir de forma rotunda SÍ y NO. Que quede clara tu postura, y asegurate que la han entendido. Eso sí, después tú tienes que mantenerla, no realices ninguna acción que vaya en contra de tu decisión. Tiene que haber una total coherencia entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces.
Negociar bien, con buena predisposición, llegando a acuerdos justos y duraderos, te ayudará a tener éxito. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla*

Cambio. Esta es la palabra clave para ir sobreviviendo a lo largo del tiempo. No podemos permanecer haciendo lo mismo, ofreciendo siempre el mismo producto o servicio, trabajando de la misma forma, porque nos estancaremos, y caeremos. Y Los gastos fijos, esos que pagamos pero en los que nunca nos fijamos bien y damos por “obligatorios” suponen un agujero negro económico para todo negocio.

El mundo está en constante transformación pero el ser humano trata, de forma automática, de alcanzar niveles de estabilidad. Una vez logrado, nos cuesta abandonar esa zona de confort porque supone incertidumbre, y no nos gusta sentirnos inseguros.

Así que muchas veces permanecemos en situaciones, personales o profesionales, que no nos gustan simplemente por el miedo a cambiar. Y van pasando los meses sin que hagamos nada al respecto.

Esto lo saben las empresas que ofrecen servicios: telefonía, electricidad, seguros, asesoría, supermercados, proveedores, etc. Es por ello que invierten todo lo posible en campañas de marketing, muchas veces agresivas, con el objetivo de capturar clientes. Y así ofrecen los mejores precios posibles, a costa incluso de perder dinero durante un tiempo. No importa, porque saben que si logran su objetivo de captar un nuevo cliente, a ese lo tendrán por largo tiempo. Es más, saben que aunque le suban el precio del servicio o no lo mejoren, no va a pasar nada, el cliente permanecerá fiel, sin ni siquiera planteárselo.

El porqué un cliente deja una compañía por otra, tiene que ver mucho con factores subjetivos y emocionales. Tienen que darse una serie de circunstancias personales para que alguien decida cambiar de empresa suministradora. Uno de esos factores es tener tiempo: sin tiempo para pensar y comprobar las condiciones de otras compañías nadie realiza el cambio.

Un emprendedor/a siempre está limitado. Desde que se levanta hasta que se acuesta no para de trabajar y tomar decisiones, el día a día es muy duro y exigente, y pocas veces se detiene a planificar. Obviamente es un error. De nada sirve saber navegar, y navegar a gran velocidad, si no se sabe a que puerto quieres ir.

Y así es como el emprendedor/a se entrampa con servicios que no necesita, o que tienen un precio abusivo. Cuando inicia su proyecto lo que desea es tener todo funcionando bien, por lo que contrata telefonía, la asesoría, prevención de riesgos, etc, etc. Y se queda tranquilo porque ya lo tiene resuelto. Se siente seguro porque además tiene tiempo para dedicarse a lo que es realmente importante, trabajar.

Lo que no se da cuenta es que el tiempo pasa, mes a mes, y que todo va cambiando. Desde el tamaño de su propia empresa hasta las ofertas de los proveedores. Todo cambia, menos el/ella, que sigue trabajando duramente.

Y es así como la empresa suministradora, que tenía un precio tan magnífico, cambia las condiciones del contrato, y empieza a cobrar más por el mismo o peor servicio. O como otras empresas ofrecen mejores condiciones, pero el emprendedor no las ve, no tiene tiempo para valorarlas.

Los gastos fijos se convierten entonces en la medida del éxito del negocio. Si con nuestros ingresos logramos pagarlos todos los meses habremos dado un paso importante para el éxito, o eso creemos. Y así, mes tras mes, vamos pagando. Lo que tenemos que ser conscientes es que lograr pagar los gastos fijos todos los meses no debe ser el objetivo de nuestra empresa. Si sólo logramos esto es un gran fracaso profesional, lo que estamos haciendo en realidad es dejándonos nuestra piel y nuestra vida en trabajar para nuestros proveedores, convirtiéndonos en sus esclavos económicos. No estamos trabajando para nosotros, sino para ellos. Y si no los vigilamos de cerca, nos seguirán exprimiendo todo lo que puedan.

Por ello hay que aceptar el cambio. Hay que estar atento y preguntarnos cuánto nos están cobrando y qué servicio nos están ofreciendo en cada momento. Si crecemos es lógico que nos cobren más, pero la mayor parte de las veces se olvidan de disminuir la cuota cuando nuestra empresa ha bajado su actividad. Es más, si crecemos en determinados proveedores podemos optar a precios más baratos precisamente porque manejamos más volumen, pero tenemos que ser nosotros los que se los recordemos.

Y si comparamos bien precios, veremos como quizás estamos pagando de más, simplemente porque ni siquiera nos hemos molestado en saber cuanto cobran las demás compañías suministradoras. Por eso, cuando comunicamos que nos vamos de un proveedor, por ejemplo telefonía, nos llaman para ofrecernos unas condiciones realmente ventajosas. En ese momento es cuando tenemos que decidir si nos quedamos con el proveedor de siempre o cambiamos. La pregunta es ¿y por qué nos han cobrado de más durante tanto tiempo, cuando eramos clientes fieles?

También debemos vigilar nuestra pasividad. Como ejemplo, no cambiamos esa bombilla que consume demasiado porque no tenemos tiempo, y así mes a mes pagamos más electricidad. Y la empresa suministradora encantada con nosotros y nuestra comodidad.

En definitiva, debemos planificar parte de nuestro tiempo para estar atentos a nuestros gastos fijos, a nuestros proveedores de servicios, a sus facturas y servicios. Y sin miedo al cambio, negociar siempre las condiciones que mejor se adapten a nuestro volumen de negocio.

Los gastos fijos suponen un lastre importante en la economía de toda empresa. No podemos dejarnos comer por ellos. Gestionarlos bien es importante para lograr el éxito empresarial. Tú eres quien decides quienes son tus proveedores, no ellos. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla

Verás muchos empleados que se dedican con esfuerzo diario a hacer su trabajo lo mejor posible, con una actitud positiva, a pesar de estar cansados o tener un mal día. Sobre todo atendiendo al público, que es una labor siempre complicada. Personas que lo dan todo a diario: desde un dependiente de supermercado a un animador turístico o una vendedora de seguros, desde un enfermero a una policía, es maravilloso sentirte atendido por ellos/ellas.

Si miras a tu alrededor, a personas de tu misma edad que conoces, verás claras diferencias. Algunos/as han envejecido mucho, y otros/as parecen mucho más jóvenes. Y no es solamente una cuestión de como visten, o del color del pelo. La actitud frente a la vida define la edad que tienen.

Hay algunos que parecen apáticos, conformistas. Si les preguntas por su vida, te dirán que muy bien, como siempre. Que afortunadamente todo sigue igual, el mismo trabajo durante años, y sin grandes novedades en el tema personal. Y el problema no es que sigan en el mismo trabajo, sino que han decidido que no quieren aprender nada más en esa actividad. Estancarse para ellos es lo mejor, les ofrece estabilidad.

También hay trabajadores que se mantienen durante años en la misma empresa, quizás incluso durante toda su vida laboral, pero siempre están felices, porque sienten que estaban aprendiendo. La curiosidad natural que tienen les hace ir explorando nuevas formas de trabajar, de mejorar lo que hacen, de ofrecer mejor servicio al cliente. Y así pasan los años casi sin darse cuenta, porque “si trabajas en lo que realmente te gusta no trabajarás un solo día más de tu vida”. Y no significa que no sea duro, y que no haya días muy complicados, pero las ganas de seguir adelante les hacen sobreponerse a los contratiempos. Y así, en su vida laboral, tienen que afrontar numerosos cambios en su empresa o en la forma de trabajar. Los asumen con incredulidad, porque no saben lo que sucederá, pero después de un tiempo los aceptan e incorporan a su vida diaria como si siempre hubieran estado ahí.

Es increíble ver a una persona feliz trabajando. La energía positiva que te trasmite es capaz de alegrarte el día. Por eso, es tan importante que tú mismo te conviertas en ese tipo de trabajador, tanto si eres empleado como empresario.

Para lograrlo tienes que trabajarte de dentro hacía afuera. Lo primero es creer en ti y en tus posibilidades. Da lo mismo lo que venga de fuera, sea positivo o negativo, porque tú ya tienes en tu interior la fortaleza suficiente para seguir adelante. Y así, lo más importante es tener claro que tu felicidad no depende del exterior, sino sólo de ti mismo/a. Hay que decidir ser feliz. Lo segundo es tener claro tu objetivo a lograr, tus pequeños objetivos a alcanzar en los próximos meses. Pequeñas metas medibles que puedas disfrutar cuando las alcances. Y así, trabajar día a día sabiendo hacia donde vas.

Lo tercero es seguir disfrutando de ti y tu vida personal. Ser emprendedor no es una meta, es una maratón, es un camino demasiado largo para hacerlo sin satisfacciones personales. Por eso debes invertir tiempo en hacer deporte, en descansar, en tener vida familiar y social, en definitiva, invertir en tu salud física y mental. No puedes construir una vida plena empresarial si no sabes disfrutar de tu vida personal.

Todo es cuestión de actitud. Cada mañana cuando te levantes puedes elegir que tipo de vida quieres para ti. Puedes ir todo el día amargado/a, quejándote de lo que sucede, incluyendo tu familia por lo malo que son algunos, el gobierno siempre con corrupción, tu negocio con números rojos, el peatón que te miró mal y hasta tu equipo deportivo que perdió el último partido. Y así, vas llenando de oscuridad tu vida y a los que te rodean.

Surgirán conflictos que no podrás resolver, porque para ti serán tan importantes que solucionarlos sería quitarte un problema de encima, y tu alma se está alimentando de problemas, así que creas nuevos. Todo es un problema. Tienes la mente cerrada a nuevos aprendizajes. Y por supuesto lo que vas a atraer son personas tan negativas como tú, y situaciones tan malas que servirán para afirmar lo que ya tu sabías, que todo es una mierda.

Pero también te puedes levantar con confianza en ti mismo/a. Con ganas de poner un granito de arena positivo en el mundo. Y sin quejarte, vas saludando y tratando bien a los que te rodean, y resolviendo los conflictos con una buena cara. Y es que ya no son conflictos, solo inconvenientes para los que buscas la mejor solución posible rápidamente, y quedan resueltos según un “tú ganas – yo gano” que hace que se establezcan mejores relaciones a largo plazo. Y llegas feliz al trabajo, y te vas feliz. Has tenido un día duro, muy duro, pero apasionante. Has aprendido algo nuevo, y has tenido la mente abierta. Has disfrutado de otro maravilloso día de tu vida. Sabes que lo más valioso que posees es tu tiempo, y no lo malgastas con personas ni experiencias negativas, de las que te alejas lo más rápido posible.

Ahora, elige tú quien quieres ser, si el/la amargado/a que vive en un mundo lleno de problemas, o el positivo que ve oportunidades y aprendizajes y disfruta de su camino. Es tu vida, no la mía, y sabes, tiene una fecha de caducidad. Yo tú no dejaba pasar todos esos trenes de momentos felices y retos apasionantes. No importa si no lo tienes todo controlado. Simplemente levántate y comienza a andar. Lo realmente importante es que sepas quién eres y hacia donde vas. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla

El final de verano supone para muchos emprendedores el inicio de la actividad después de haber cerrado en agosto. Para otros sin embargo, supone la llegada de un poco de descanso después de un verano con muchísimo trabajo, sobre todo en el sector turístico y hotelero.

Tanto para unos como para otros supone un cambio, el inicio de una nueva etapa. Y queramos o no, esa fecha que a inicio de verano parecía tan lejana, llega como de pronto, sin avisar, y nos coge sin estar preparados. Lo bueno es que todos los años se produce sobre la misma fecha. Y es lógico que estemos desprevenidos la primera vez, porque no sabemos lo que va a ocurrir. Pero para las siguientes veces podemos prepararnos.

Por eso es tan importante el uso de las nuevas tecnologías y las herramientas que podemos encontrar en nuestros ordenadores, móviles y tabletas. Hay acciones que repetimos todos los años igual. Ya sean las rebajas, la llegada de navidades o del verano, es una actividad en la que nuestro negocio o nosotros mismos participamos todos los años. Resulta muy útil y muy fácil estar bien organizados.

El primer factor a tener en cuenta es la antelación. No podemos estar dos días antes de una actividad pensando que demonios vamos a hacer. Si estamos en septiembre, sabemos perfectamente que las navidades llegarán, y por lo tanto tenemos que pensar en ello y en las acciones, quizás pequeñas, que podemos realizar desde ahora. Si no, lo que estamos es procrastinando, es decir, sabiendo que algo va a suceder, pero así todo no hacemos nada hasta el último momento. Craso error, la improvisación y la falta de tiempo no son buenos compañeros del emprendedor. Si cuando haces algo piensas “bueno, el próximo año lo haré mejor”, significa que no te has planificado bien. Es verdad que una cierta dosis de estrés es necesario para sentirse activo y focalizado para realizar una acción, y ese estrés nos lo genera que se nos eche el tiempo encima. Por eso muchos emprendedores dejan todo para el final. Pero no es lo mejor.

El segundo factor es la planificación anticipada. Si somos capaces de pensar con varios meses de antelación, podemos ir haciendo pequeñas tareas que harán que cuando llegue el momento todo salga genial. ¿Como hacerlo? Pues visualizando, y después apuntándolo todo. Estamos en septiembre, y tienes que pensar en la campaña de Navidad. Pues es fácil, simplemente siéntate y cierra los ojos, y trata de ver cómo quieres que esté tu negocio cuando llegue Navidad: los adornos, los carteles, las ofertas, la música, lo que quieres vender, como vas a contactar con los clientes, que campaña de publicidad quieres hacer, etc. ¿Lo has logrado ver? Sí, pues ahora apúntalo todo. Y con eso te creas una lista de tareas y subtareas. ¿Quieres guirnaldas? Pues ya puedes empezar a moverte para comprarlas con antelación y a mejor precio. ¿Necesitas crear unos carteles determinados? Pues ya puedes comenzar con el diseño, para que estén impresos antes de Navidad. Y así con todo. Verás cuando llegue el momento de montar la campaña de Navidad, que placer es tenerlo todo preparado. Además, si creas elementos duraderos seguro los podrás utilizar varios años, lo cual te ahorrará trabajo en campañas sucesivas.

¿No te ha pasado que te acuerdas de algo que hacer pero no estás en el lugar adecuado, no la apuntas, y después se te olvida? Pues para eso están las herramientas informáticas. Si te acuerdas de algo, apúntalo sobre la marcha, en la lista correspondiente. Existen múltiples aplicaciones que sirven para tomar notas o para organizar tareas, aparte de las herramientas de Google, como Google Keep: Wunderlist, Colornote, Do it, Trello, Moleskine Timepage, Habitica, Some to do, Any Do, Evernote, etc. Se trata de experimentar con algunas hasta que encuentres las que mejor se adapten a ti.

Necesitas varios tipos de herramientas: una para apuntar cosas que hacer sobre la marcha, otra para planificar un calendario, otra que te permita programar tareas y subtareas. Con esos tres tipos de aplicaciones, podrás controlar bien tu tiempo y tus acciones, sólo tienen un inconveniente: tienes que usarlas siempre. Esto hace que te vuelvas un esclavo al tener que apuntar sobre la marcha para mantenerlas actualizadas, y consultarlas sobre la marcha para saber que hacer. No sirve si dejas cosas planificadas en tu cabeza, tienes que apuntarlo todo. Y recuerda la regla de los 5 segundos: Cuando algo surje en tu cabeza sólo tienes 5 segundos para hacerla o para apuntarla, si no haces una de estas acciones, tu cerebro seguirá trabajando y se te olvidará.

Pero ser un esclavo de tener que apuntar y consultar todo te permite estar bien planificado tanto en tu vida profesional como personal, no fallar a ninguna cita, realizar tus acciones con tiempo. Y verás como te queda mucho tiempo libre cuando sabes que hacer en cada momento. De hecho, tienes que crearte una pequeña lista de cosas pequeñas que hacer para que, cuando de repente surja un rato libre en medio del trabajo, pues realizar alguna pequeña acción. como tú eres una única persona, te recomiendo que utilices las mismas agendas para toda tu vida, porque obviamente si el próximo viernes estarás en la obra de teatro de tu hijo, no puedes estar en una reunión de trabajo. Así que por supuesto tienes que apuntar cuando vas a correr o al gimnasio, cuando has quedado con tus amigos, cuando te vas a ir a cenar con tu pareja. Así, dejando tiempo también para ti, estás respetándote y respetando a los demás. Recuerda que un emprendedor que no reserve tiempo para una vida personal y familiar plena no está disfrutando del camino, y por lo tanto se está quemando. Se está perdiendo lo mejor de la vida por el trabajo que no cesa, y eso no es forma de vivir.

Así que ya sabes, tienes que organizarte. La antelación y la planificación, apoyadas en unas buenas herramientas informáticas te permitirán avanzar en tu proyecto de vida personal y profesional. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla

Ser un buen emprendedor/a implica poseer muchas destrezas y habilidades, como saber relacionarte con los demás, negociar, alcanzar metas, buscar soluciones rápidas a problemas urgentes, y soluciones meditadas a problemas a medio plazo, ser constante y tenaz, ser flexible y adaptable a nuevos acontecimientos, etc.

¿Se puede aprender a ser emprendedor? Por supuesto que sí, pero sabes que ante todo es una actitud frente a la vida. Si no tienes interés por nada, si no demuestras iniciativa, si tu capacidad de trabajo es poca y buscas como escaquearte, si no quieres trabajar en equipo, desde luego no vas a ser buen emprendedor, por mucho Máster o grado que así lo certifique.

Da lo mismo en lo que estés trabajando o estudiando ahora, o lo que hagas en el futuro. Un emprendedor se construye a si mismo durante años a base de ir creciendo personal y profesionalmente. Para ello disfruta y aprende de las buenas experiencias, y soluciona y aprende de las malas, sin dejar nunca que un fracaso le destruya.

Para ello tienes que tener una triple actitud que hay que ir mejorando cada día. La primera es la actitud positiva y amable frente a la vida, en la relación con todas las personas que te rodean y con tu medio. A largo plazo se logra más con amabilidad y compromiso que con amenazas y malas caras. La segunda es la implicación en lo que haces. Ya sea una labor doméstica o un trabajo, tienes que darlo todo por hacerlo de la mejor forma posible. Da lo mismo que sea un trabajo temporal en algo que ni siquiera te guste, siempre hay que demostrar profesionalidad y compromiso. La tercera es la capacidad de aprendizaje, que está unida a tener una curiosidad insaciable.

Lo bueno de la vida es que constantemente te está retando a saber más. Cada día te vas encontrando en situaciones que te ofrecen la oportunidad de aprender algo. Pero esto solo le ocurre a las personas que tienen “los ojos y los oídos bien abiertos”. La mente no tiene límites, se lo pones tú. Cada vez que te encuentras en una situación en la que aparece información nueva, tu decides. Puedes dejarla pasar, y que no te la vuelvas a encontrar, o tener la curiosidad de ir más allá, y aprender algo nuevo. Y esto no es solo en tu trabajo, sino en toda la tu vida, desde que te levantas hasta que te acuestas.

Obviamente no puedes abarcarlo todo, básicamente porque tu tiempo es limitado, y muchas áreas del conocimiento quedarán fuera de tu “zona de aprendizaje”. Pero dentro de esa área tienes que aprender todo lo que puedas, y también abrirte a aprender temas nuevos. Tu actitud ante que pasa ante tus ojos debe ser de curiosidad. Así, con el tiempo, verás como tu mundo se amplia y esa “cultura general” que has aprendido te ayudará en cualquiera actividad profesional o personal.

Imagina por un momento que estudias durante muchos años, y logras tener tu grado y tu máster. Y por fin te llaman para tu primer trabajo. Estás muy emocionado/a. Pero te quedás atónito al descubrir que te contratan como licenciado, pero te pagan como administrativo, y encima las tareas que te encomiendan son de auxiliar. Por ejemplo, te ponen a hacer fotocopias. Un contrato de seis meses en que lo único que vas a hacer son fotocopias, te tratan como lo último, y te pagan muy poco. Ante este trabajo la mayor parte de las personas se hundirían en la miseria, y se irían deprimiendo y destruyendo. Pero tú no. Porque vas a aprovechar ese tiempo lo mejor posible. Te vas a convertir en el empleado que mejor va a aprender a hacer fotocopias, vas a saber cambiar el tóner, reducir y ampliar, grapar, hacerlas sencillas o a doble cara, verticales u horizontales, etc. Serás quien se pondrá en contacto con el proveedores del papel ,del tóner, del mantenimiento. Nada quedará fuera de tu área de aprendizaje. Siempre con buena cara y disposición, les harás las fotocopias a todos. Al final de este proceso habrán ocurrido tres hechos fundamentales: primero, te volverás insustituible en esa empresa, porque nadie sabe hacer las fotocopias tan bien como tú; segundo, habrás aprendido a hacer fotocopias, algo que te será muy útil el resto de tu vida profesional. Y así, cuando finalice ese contrato, si ya has aprendido todo lo que podías, será el momento de irte y despedirte amablemente de todo el mundo, y ocurrirá el tercer hecho: te recordarán como una persona comprometida y trabajadora. Habrás creado una buena imagen de ti mismo que te acompañará siempre, y eso es fundamental porque la vida da muchas vueltas, y este mundo es muy pequeño.

Así que ya sabes, cuando te encuentres con un empleado apático, cómodo, haciendo lo mínimo, y que no quiera participar en los cursos de formación de la empresa, y que encima te diga que “ya estudió bastante cuando era joven”, ya sabes que lo que tienes en tu empresa es un lastre, una pesada carga que está deteniendo la mejora de tu negocio, y que podría hasta hundirte.

Si miras a tu alrededor verás claras diferencias en las personas. Algunos/as han envejecido mucho, y otros/as parecen mucho más jóvenes. Y no es solamente una cuestión de como visten, o del color del pelo. La actitud frente a la vida define la edad que tienen. Los que siempre se mantienen jóvenes son aquellos que son más alegres, más curiosos, y siempre con esa curiosidad hacia el mundo que les rodea, esas ganas de aprender y vivir experiencias que parece no tener fin. Hay que ser un “estudiante” toda la vida.

¿Qué persona quieres ser tú?, ¿Qué personas quieres para tu negocio? De estas dos respuestas dependerá lo que disfrutes y el éxito en tu vida profesional y personal. No dejes que tu propia apatía destruya tu vida.

No importa si de vez en cuando tienes un mal día. Levántate y comienza a andar. A medida que avances verás como siempre hay una oportunidad para disfrutar y aprender. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy.

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Por Matías Fonte-Padilla*

¿Son los bancos y demás entidades financieras necesarios? Obviamente todos/as entendemos que la existencia de la banca es importante para la fluidez de la economía, y sus ventajas en tu vida personal y en tu negocio parecen claras.

Te permiten tener todas tus cuentas controladas. Desde tu ordenador o móvil puedes comprobar todos los movimientos, e incluso realizarlos. Puedes domiciliar tus recibos, lo que te facilita el no tener que pagar uno a uno en persona, lo cual actualmente tampoco es posible. Puedes realizar transferencias a otros, ahorrándote el tener que llevar el dinero en persona. Puedes fraccionar pequeños pagos, para que un recibo de alto importe no resulte gravoso. Puedes pagar un recibo aunque no tengas dinero en cuenta, porque el banco te lo puede aceptar. Puedes obtener una tarjeta de débito, con la que pagar en cualquier parte. Incluso puedes tener una tarjeta de crédito, con la que pagar aunque no tengas saldo en cuenta. Y si lo que vas a comprar es muy caro, no te preocupes, siempre puedes pedir un préstamo personal, o incluso hipotecario, con lo que podrás adquirir lo que quieras, incluso tu propia casa. Con un negocio, puedes solicitar pólizas de crédito y trabajar cómodamente con pagarés. Entonces, si es todo tan maravilloso ¿Por qué tenemos tantos problemas con los bancos?

Te voy a ofrecer una serie de principios bancarios que estoy seguro que no les van a gustar a los que trabajan en banca, con tu dinero. Ellos prefieren que sigas siendo ignorante y estúpido.

Primera regla: el único objetivo del banco es ganar dinero. Has oído la frase “la banca siempre gana” asociada a los juegos de mesa, pues aplícala a la gestión bancaria. Los bancos viven de tu dinero, sin él, simplemente no existirían. Ninguna cantidad que ingreses en una cuenta la vas a recibir integra. La mejor forma de salvar tu dinero es no meterlo en una cuenta. Y cuanto más dinero les deposites, más prestamos piden ellos para hacer sus negocios y ganar aún más dinero.

Segunda regla: a la banca le interesa que debas dinero, y que encima lo vayas devolviendo mal. Si no pides dinero, ella no cobra intereses. Si pagas tus deudas a tiempo, ella no cobra intereses de demora. Y además, cuando pides dinero se generan un montón de gastos que ni siquiera esperabas. También, para asegurarse que pagas, tienes que suscribir un seguro de vida, de vivienda, o de lo que haga falta.

Tercera regla: a la banca le interesa que consumas y seas envidioso. Si no consumes, no tienes la necesidad de pagar ni de deber, y eso no le interesa a la banca. Así que te ofrece “casi gratis” todo lo que necesitas para consumir: te llaman ofreciéndote tarjetas, préstamos, electrodomésticos, viajes, etc. Lo importante para ella es que quieras comprar de todo, y si no tienes para pagar, mejor que mejor. Y se alegra cuando vas a la oficina y pides dinero urgente porque lo necesitas. Te lo darán; ahora, imagina los intereses. También la banca se asocia con los comercios para ofrecerte oportunidades realmente “ventajosas” para comprar todo lo que quieras ¿o es que no has visto los créditos a 0% de interés? Es todo mentira.

Cuarta regla: la banca te engaña diciéndote que ahorres para el futuro. Y te ofrecen planes de pensiones, seguros de vida, inversiones a largo plazo, etc. Realmente lo único que quieren es que les deposites tu dinero. En realidad ahorrando nunca se gana dinero a largo plazo, sino que se pierde. Todo lo que te de menos de un 7% de rentabilidad anual, es perder. Si lo guardas en tu colchón solo vas a perder una media del 3% anual, que no está tan mal, y tu dinero lo tienes tú.

Quinta regla: la banca te quiere tener enganchado para siempre, pagando. Si vas a terminar de pagar un préstamo, verás como te llaman para ofrecerte más dinero. Quiere que sigas con ellos hasta que te mueras. Para ello ofrecen plazos muy largos y “cómodos”. Y usan el sistema francés (y sus variantes) para la amortización, de forma que los primeros años todos esos recibos que pagas sólo son intereses. Solo al final del préstamo estarás realmente devolviendo lo que te prestaron. Además, para que aunque te mueras sigas con ellos, te ofrecen cuentas infantiles, para que tus hijos vayan entrando también al sistema.

Sexta regla: la banca juega con tus sentimientos, siempre a su favor. Te han programado para que primero pagues a la banca y después lo que sobre es lo que te quedas tú, es decir, casi nada cada mes. Si no lo hicieras así, te sentirías culpable. Y si dejas de pagar usan la amenaza primero, y la extorsión después, usando unos contratos claramente abusivos pero legales. Te atraen como moscas con promesas de cuentas y servicios sin intereses, y al cabo de pocos meses descubres como te están desangrando. Porque no olvides que:

Séptima regla: el sistema siempre está a favor de la banca en caso de litigio. Tú no eres nadie, y ellos son muy poderosos. Si dejas de pagar te ponen en una lista de morosos y te bloquean el crédito en cualquier lugar, pero, ¿y si son ellos los que no te pagan puedes ponerlos tú en esa lista?

No te dejes engañar, la banca solo quiere convertirte en su esclavo. Tú generas dinero, y ellos lo consumen. Pero si eres inteligente, la usas lo mínimo posible, y no te endeudas sino lo estrictamente necesario, verás como cada mes te aparece dinero que antes no tenías. Simplemente, se queda en cuenta porque te lo han dejado de robar…. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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Por Matías Fonte-Padilla*

Afortunadamente cada uno de nosotros es completamente diferente al resto. Genéticamente nuestra copia de ADN es única, jamás en la historia de la humanidad ha habido nadie como tú, y jamás, hasta que la especie humana desaparezca, volverá a haber nadie igual.

Si hubiéramos vivido en otra época, o en otro lugar, todo a nuestro alrededor hubiera sido diferente. Si hubieras vivido bajo el imperio romano, habrías nacido, crecido, trabajado y muerto en esa época en concreto, sin conocer ninguna otra. Pero no, estás viviendo en el siglo XXI, y este es tu momento en la Historia. Cuando ya no estés vivo la Tierra seguirá girando igual, y nuevas civilizaciones y generaciones vivirán en sus correspondientes épocas.

Por lo tanto, estás desarrollando tu vida en un momento muy concreto, en un lugar muy exacto, en una determinada sociedad. De tu familia y de la sociedad en su conjunto aprendes todo, y creas tu propia personalidad, carácter, aspiraciones y frustraciones.

Venimos de una historia de pobreza, analfabetismo y enfermedades en España, donde nuestros abuelos lucharon por sobrevivir a duras penas. Pero todo eso ya lo hemos casi olvidado. Ahora estamos en una especie de estado del bienestar donde, a pesar de las crisis periódicas, eres capaz de comprarte una tele o un móvil que suponga tu nómina mensual. Es más, eres capaz de hacer ese gasto por tus hijos. Y ya no nos creemos pobres, aunque no lleguemos a fin de mes. Y no nos creemos analfabetos, porque obtenemos nuestros títulos, y ni siquiera tememos a las enfermedades, porque tenemos un sistema sanitario. Y sabemos que papá Estado nos protegerá si nos quedamos en paro, enfermos o incapacitados. Incluso cuando nos jubilemos recibiremos algo de pensión para pasar los últimos años de nuestra vida.

¿Qué hacer en una sociedad donde aparentemente ya lo tenemos todo? Esta pregunta es la misma que se hacen los adolescentes que dejan de formarse, porque ¿Para qué esforzarse si ya sus padres se esfuerzan y le consiguen lo que sea? La apatía se alimenta del exceso de bienes y de la sobre-protección.

Y así, te has criado en esta sociedad donde el conformismo se adueña de los hogares, y donde impera la felicidad a base de poseer la última tendencia consumista. Así todo, muchos trabajan muy duro en contratos precarios que no les satisfacen ni les cubren sus necesidades. Y claro, cuando te haces la pregunta de cuál será tu futuro, el resto te responde que lo mejor que puedes lograr es hacerte funcionario.

Te cuentan que ser funcionario te da un sueldo seguro, estabilidad laboral, vacaciones pagadas, asistencia médica, pensión, y otras muchas ventajas que hace que cualquier otra opción laboral suponga correr un riesgo constante e innecesario. Además, hagas lo que hagas difícilmente te echarán, por lo que ni siquiera debes hacer más que lo estrictamente necesario.

Afortunadamente la mayoría de los funcionarios no actúan así, a pesar de la mala fama. En general cumplen con su trabajo de forma excelente, y son responsables tanto en la gestión interna como en la atención al público. De hecho, muchos se frustran porque les gustaría poder ser más eficaces y eficientes, pero muchas veces las limitaciones de medios y/o personal o una dirección política incorrecta se lo impiden. Gracias a ellos/as podemos presumir de unas administraciones públicas que, aunque llenas de carencias y fallos, funcionan bien gracias a la profesionalidad de todos esos funcionarios/as que diariamente acuden a su puesto de trabajo. Son los que logran que la estructura de esta sociedad funcione.

Hay muchas personas que sueñan con alcanzar esa meta del trabajo para toda la vida. Y por eso se preparan lo mejor que pueden, invirtiendo tiempo, esfuerzo y dinero para presentarse a unas oposiciones. Y la frustración llega cuando van pasando los años y las oposiciones y no hay forma de aprobarlas. Se sienten fracasados en una sociedad que sobrevolara la estabilidad laboral. Pero también piensa en las bajas laborales y la frustación que sufren todos/as aquellos que están atrapados en un trabajo que no les hace felices.

Así que antes de sentirte un fracasado si no opositas, hazte estas dos preguntas: ¿realmente quieres trabajar en lo mismo por el resto de tu vida laboral?, y ¿aceptarías un puesto para toda tu vida aunque el trabajo no te gustara demasiado? Piénsalo bien, porque la respuesta determinará tu futuro. Si la respuesta es Sí a alguna o a las dos, pues adelante con las oposiciones. Te irá bien. Pero si la respuesta es No al menos a alguna de ellas, entonces tu destino no está escrito, lo vas a crear tú. Si lo que tu alma te dice es que quieres ser libre para ir cambiando y experimentando experiencias laborales, sacar adelante proyectos o empresas, incluso residir en lugares diferentes según te lleve el viento, no oposites, porque serás infeliz, aunque lo ganes bien y sea un puesto asegurado. Recuerda que vida sólo hay una.

Crear tu propio futuro no es nada fácil, porque se genera demasiada inestabilidad, y no te verás apoyado/a por casi nadie, puesto que la mayoría cree en la cultura del trabajo fijo. Pero no te preocupes, lo importante es avanzar día a día haciendo algo que te guste y en lo que aprendas, para seguir más adelante en un nuevo proyecto que te vuelva a llenar. Y así, año tras año, lograrás ir formándote de forma multidisciplinar y polifacética, que te ayudará en los nuevos proyectos que emprendas. Nunca se termina de aprender.

Así que adelante, si tienes alma de emprendedor, deja que vuele y convierte tus sueños en realidad, eso sí, con mucho esfuerzo y sin dejar nunca de aprender. Una mente abierta es imprescindible para el éxito. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●

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